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Museo Pedro Solveira
vista exterior En 1974 Solveira adquirió un pazo del siglo XVI en estado de ruina, ubicado en Nigrán, a 16 km de Vigo. Su amor por la arquitectura le llevó a trabajar en él de forma apasionada, investigando todo cuanto rincón pudiese tener posibilidades de aprovechamiento, puesto que la casa ofrecía una estructura arquitectónica digna de esfuerzo.

La edificación comprendía 1000 m2. Estaba compuesta por planta baja con bodega, planta superior con salones, recepción, terraza sobre dos arcos de medio punto, planta con torre y solana, una capilla anexa de arquitectura popular, etc.   Se  ubicaba   en   una
finca con inclinación de ladera de 16000 m2. Bosque, explanaciones, parque, aparcamiento e infinidad de muros de contención de bancales montados en piedra de sillería, cachote y mampostería.
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El conjunto ofrecía todas las posibilidades de un museo. A esta idea se llegaba también por el entusiasmo mostrado por amigos, coleccionistas, galerías, universidades, embajadas, etc. que, ante su dimensión internacional, deseaban establecer vínculos con el artista.

Solveira, que se considera un esclavo de la gramática, expresa desde el primer momento que “museo es el lugar en que viven las musas”, por tanto, enfoca su idea en torno a la creación de una plataforma viva, abierta al debate y la discusión y con las posibilidades de manifestar cualquier acto cultural, independiente de la pintura y la escultura.

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Así, el Museo contemplaba la creación de talleres, exhibición de moda, presentación de libros (varias editoriales habían ofrecido un depósito para la creación de una biblioteca). Se celebraron diversos conciertos: los desaparecidos “Muxicas”, extraordinarios investigadores en instrumentación y música folk, ofrecieron diversos recitales. También Tomás Camacho, entonces director del Conservatorio Superior de Música de Vigo, intervino en un extraordinario recital interpretando obras de Albéniz , Villa-Lobos y Brouwer. En el mundo poético, Fernando Elorrieta se encargó de organizar unas jornadas que resultaron magníficas. Hubo exposiciones en que participaron artistas como Álex Vázquez, Barreiro, Lodeiro, Laxeiro y el propio Solveira. Una muestra con obra gráfica donde se expusieron litografías de Dalí, Picasso y Fortuny. Charlas sobre la pintura con Fernando Elorrieta y Ramón Faraldo. Una concentración de más de cincuenta coches de la marca Porsche con motivo del Rally organizado por su concesionario, Beny Fernández. Actuaciones de teatro; un mimo a cargo de Nacho Otero y una actuación colosal en un “Encuentro” en el que más de noventa actores surgían de entre las corredoiras del bosque para desembocar en el escenario al aire libre que Solveira había proyectado, con capacidad para aproximadamente mil personas.
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Se contaba entonces con el privilegio de la vecindad y amistad de miembros de las Reales Academias de la Lengua Española y Gallega. Se mantenía una intensa relación con Xuventudes Musicais, que por entonces ofrecían enormes posibilidades para la celebración de conciertos de cámara. Hubo la actuación de una Banda de Música en coincidencia con las fiestas de Nigrán. Visitas masivas de grupos internacionales, organizadas desde Madrid por la Asociación Española de Esmaltistas. La casa contaba con un piano Gaveau de media cola en el que varios intérpretes ofrecieron recitales. De todos ellos, el nombre de Doña Gloria Pueyo, quedará en el recuerdo de quienes tuvieron el privilegio de poder escucharla.

Y, como colofón a tanta ilusión, Solveira soñaba con la creación de una Universidad de Verano, pues a un paso del museo existía un colegio con magníficos espacios, situado en un emplazamiento increíble sobre el mar, del que nadie dudaba que su aprovechamiento sería un éxito.

Falló el plan de financiación y Solveira – después de muchos años de entrega al proyecto – abandonó la idea.

El pazo fue vendido en 1997.

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